Aproximaciones conceptuales y tipológicas
El estudio de la actividad
turística exige que sea conceptualizada a fin de crear marcos teóricos y
metodológicos adecuados para su comprensión.
Según J. Lea (1988: 10) (cfr. A. Santana 1997: 27-28), existen dos
conceptualizaciones del turismo: una optimista y otra pesimista. Laconceptualización
optimista (dominante en la
década de los sesenta), asume el turismo como una industria regida por la ley
del máximo beneficio en el menor tiempo, industria que conforma un poderoso
agente de cambio económico y social, que estimula el empleo, la inversión, y
crea riqueza. La conceptualización pesimista(dominante
en la década de los setenta), considera el turismo como una forma más de
colonialismo y dependencia económica, que perpetúa las desigualdades existentes
entre anfitriones y visitantes.
J. Jafari (1987: 13 y ss) (A. Santana 1997: 28)
identifica por su parte dos conceptualizaciones más, la llamada plataforma de adaptación (surgida en la década de los ochenta),
que explica el desarrollo turístico como respuesta adaptativa de los residentes
a las nuevas necesidades y circunstancias que surgen en su entorno. Y por otro
lado la denominada plataforma basada en el conocimiento(surgida
entre los ochenta y los noventa), que, para la comprensión del turismo, acude a
diferentes disciplinas (sociología, filosofía, antropología, economía,
política, etc.) y adopta distintos puntos de vista para dar luz a las
implicaciones y consecuencias que se derivan del fenómeno en cuestión.
En lo que respecta a las tipologías elaboradas sobre la actividad
turística, los criterios elegidos de manera más recurrente han sido: el entorno
espacial de realización, el comportamiento entre residentes y visitantes, y las
motivaciones de estos últimos.
En consecuencia han aparecido modelos
espaciales de clasificación (Barbaza, 1970, Peck y Lepie, 1977, Préau,
1970, Pearce, 1986) (A. Santana 1997: 32-34), que llaman la atención sobre
los distintos entornos ambientales donde desarrollar la actividad, de entre los
cuales destaca la costa o el mar y la sierra o la montaña. En base a los
comportamientos se originan los modelos
de interacción (A. Santana 1997: 35-39.
Desde esa perspectiva A.
Cohen (1972: 167-168) diferencia el "turismo
no institucionalizado" del "institucionalizado". Dentro del
primero se incluye el turismo de mochila y el de exploración, en ambos se
programa el propio viaje de manera independiente, buscan destinos no
masificados e interactúan con la población local. En la segunda modalidad se
incluye el turismo de masa, ya sea individual (que contrata el viaje y la
estancia, teniendo cierto margen de libertad de acción) u organizada (que
contrata el paquete completo, incluyendo actividades, ajustándose plenamente al
plan preestablecido por la agencia).
Dentro de la misma perspectiva
comportamental, Wahab (1975: 10)
clasifica el turismo en cinco categorías o modalidades denominadas: "recreacional",
"cultural", "de salud", "deportivo", y "de
conferencias", caracterizándose cada una de ellas por el tipo de
actividad preferencial que eligen los turistas en el destino. Todas estas
formas de turismo pueden ser analizadas de acuerdo a variables tales como:
sexo, edad, clase social, tipo de transporte empleado, destino geográfico, etc.
Smith (1977: 2-3) ofrece por su parte dos
clasificaciones, la primera se divide en cinco categorías, de acuerdo al modo
como el turista emplea su tiempo libre; en ella se incluye el "turismo recreacional", que
busca el placer o el divertimento por distintos medios (sol, mar, sexo, etc.);
el "cultural", que busca el
conocimiento de las costumbres y tradiciones locales (tejidos, cerámicas,
construcciones, etc.); el "histórico",
caracterizado por revisar las glorias del pasado (presentes en los museos,
catedrales, monumentos o ruinas); el "étnico",
especialmente interesado en gentes consideradas exóticas; y el "medioambiental", interesado
en el conocimiento e interacción con el entorno físico.
De manera complementaria, Smith (1977: 9) propone otra tipología,
esta vez elaborada en función del número de turistas que acude a un destino, de
sus expectativas y del grado de adaptación a las normas locales. De ese modo
distingue las siguientes categorías: "exploradores"
(desean descubrir e interactuar con la población local, aceptando sus normas); "elite" (viaja a lugares
tenidos por exóticos y caros); "excéntricos"
(tratan de alejarse de la multitud, buscando tener experiencias reveladoras y
transformadoras); "inusuales"
(organizados por agencias en pequeños grupos acuden a lugares poco frecuentes);
"masa incipiente" (contrata
viajes individuales o en pequeños grupos buscando autenticidad sin perder
comodidad); "masa" (accede
a lugares donde se concentra la clase media); y "chárter" (supone un turismo masivo a gran escala en
lugares muy cotizados y en donde se bajan los costes).
Por otro lado, en base a razones
causales o motivacionales que inducen a la práctica turística, se han elaborado
los llamados modelos cognitivo-normativos
(A. Santana 1997: 39-41). En ese sentido, Plog (1977) apunta tres modos distintos de acudir a un mismo lugar,
que puede ser también entendido como tres secuencias dentro de un mismo
proceso. Primero llegarían los visitantes que conducen a un "turismo existencial", estos
son independientes, buscadores de emociones nuevas, y poco exigentes con el
confort. Una vez que el lugar se da a conocer, llegarían otros produciendo un "turismo experimental", que
desarrollaría mejores servicios. Y finalmente, cuando el lugar de destino cobra
fama se prepara adecuadamente para recibir a gran número de visitantes más
exigentes, que esperan encontrar lo que todos han ido buscando desde el
principio, pero esta vez, sin perder el confort de sus lugares de origen, el "turismo experiencial" sería
el resultado.
Cohen (1979), de acuerdo a lo que la experiencia
turística significa para el propio turista, distingue al tipo "hedonístico", que busca el
placer, la diversión, la recreación de distintos modos, rompiendo o escapando
con la rutina laboral; y al tipo "peregrinación",
propio de viajeros que buscan respuestas a sus inquietudes a través de las
formas experienciales, experimentales o existenciales.
Conjugando el criterio
comportamental con el motivacional Yiannakis
y Gibson (1992) propusieron una clasificación mixta basada en los roles de
los turistas. Dicha tipología se compone
de 14 categorías, muchas de las cuales coinciden con las ya mencionadas por
los anteriores autores, son las siguientes: amantes del sol; buscadores de acción;
antropólogos; arqueólogos; turismo de masa organizado; buscador de emociones;
exploradores; jet; buscadores; turismo de masa independiente; turismo de clase
alta; turismo de mochila; turismo de evasión; y amantes del deporte.
Una modalidad concreta de turismo
a la que no se ha hecho mención, y que tiene un gran auge en los últimos
tiempos es el que se implanta en el medio rural. El turismo
rural se
identifica también como "turismo
verde" (interesado especialmente en el paisaje), "agroturismo" (asociado a la prestación de alojamiento
y/o restauración de granjas, así como en participar en actividades
agropecuarias), "turismo de
aventura" ( que utiliza el entorno para producir sensaciones nuevas,
con riesgo controlado), "ecoturismo"
(preocupado por la conservación del espacio que se usa recreativamente), "etnoturismo" (asociado al
turismo cultural, centra la atención en los modos de vida de gentes
pertenecientes a otros pueblos que suelen mantener un estrecho contacto con la
naturaleza).
En cualquier caso, todas estas formas de turismo que se inscriben
en el contexto rural se caracterizan (o al menos es el propósito) por ser
actividades sostenibles, integradas en el entorno, de bajo impacto (ambiental y
social), con un segmento de demanda característico, motivado por la vida en
contacto con la naturaleza, y con unos objetivos prioritarios de conservación.
Como se puede observar muchas son
las fórmulas ideadas para hacer turismo, las características del destino, las
expectativas de los turistas, la interacción producida con los residentes hacen
que este tipo de prácticas cobren un sentido diferencial; lo cual implica que
su definición se vuelva un asunto complejo.
Popularmente el turismo es
concebido desde muchos puntos de vista, en las conciencias de las personas el
turismo se identifica bien con los turistas, con los servicios o
infraestructuras creadas para ellos, con las actividades que se ofrecen, etc.
De un modo más preciso Cohen (1984: 374-376) (A. Santana 1997: 49-50), recoge
una variedad de aproximaciones conceptuales que ayudan a construir una definición global sobre la práctica turística.
Así, el turismo se concibe como:
·
Hospitalidad
comercializada (Cohen 1972: 545-546), modo de ofrecer servicios pagados.
·
Agente
democratizador (Turner y Ash 1976), posible para todos y en consecuencia
transformador de la dinámica social.
·
Moderna
actividad de ocio (Dumazedier 1967: 123-138), útil para el descanso, la diversión y
el desarrollo de la persona.
·
Moderna
variedad de peregrinaje tradicional (MacCannell (1976: 589) y Graburn (1977),
revelador y transformador para las personas.
·
Expresión
cultural (De Kadt
1979: 12), impulsora de valores que se globalizan.
·
Proceso
aculturativo (Núñez 1963: 347-378), inductor de cambios en la cultura local o
anfitriona.
·
Tipo de
relaciones étnicas (Pi-Sunyer 1977), nueva forma de encuentro e interacción entre
pueblos y personas culturalmente distintas.
·
Forma de
colonialismo (Nash 1977), creador de dependencias entre áreas geográficas y
sectores sociales.
En realidad,
todas estas apreciaciones delimitan una dimensión de la actividad turística,
pero no son suficientes cada una de ellas por sí sola para definirla en su
totalidad.
Considerando el turismo en su
conjunto, es aceptable la definición de Mathieson
y Wall (1986:1) (A. Santana 1997: 52) que dice así: "el turismo es el movimiento
de gente a destinos fuera de su lugar habitual de trabajo y residencia, las
actividades realizadas durante su estancia en estos destinos y los servicios
creados para atender sus necesidades". Su estudio implica, pues, a
los propios turistas que se desplazan, a los servicios utilizados y actividades
que realizan, así como a los impactos que a distintos niveles se producen sobre
los anfitriones y los entornos que habitan.
FUENTE: análisis estructurado desde http://www.ugr.es/
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