Eneñanza - Aprendizaje

Enseñanza - Aprendizaje

- El hábito de "aprender y enseñar" es lo que distingue al "homus sapien" de este Siglo, con la mirada puesta en la educación del 3er. milenio.
- Las NTICs (Nuevas Tecnologías de Informción y Comunicaciones) propician la instrucción "in situ" y, son funcionales abiertas y flexibles.
- La "libertad de aprender y enseñar" debe ser preservada en su total integridad.

Bajo estas premisas, desarrollaré actividades "on line" en beneficio de aquellos que sigan mis clases.

jueves, 15 de marzo de 2012

EL FENOMENO TURISTICO PARTE II


Aproximaciones conceptuales y tipológicas

El estudio de la actividad turística exige que sea conceptualizada a fin de crear marcos teóricos y metodológicos adecuados para su comprensión.

Según J. Lea (1988: 10) (cfr. A. Santana 1997: 27-28), existen dos conceptualizaciones del turismo: una optimista y otra pesimista. Laconceptualización optimista (dominante en la década de los sesenta), asume el turismo como una industria regida por la ley del máximo beneficio en el menor tiempo, industria que conforma un poderoso agente de cambio económico y social, que estimula el empleo, la inversión, y crea riqueza. La conceptualización pesimista(dominante en la década de los setenta), considera el turismo como una forma más de colonialismo y dependencia económica, que perpetúa las desigualdades existentes entre anfitriones y visitantes.

J. Jafari (1987: 13 y ss) (A. Santana 1997: 28) identifica por su parte dos conceptualizaciones más, la llamada plataforma de adaptación (surgida en la década de los ochenta), que explica el desarrollo turístico como respuesta adaptativa de los residentes a las nuevas necesidades y circunstancias que surgen en su entorno. Y por otro lado la denominada plataforma basada en el conocimiento(surgida entre los ochenta y los noventa), que, para la comprensión del turismo, acude a diferentes disciplinas (sociología, filosofía, antropología, economía, política, etc.) y adopta distintos puntos de vista para dar luz a las implicaciones y consecuencias que se derivan del fenómeno en cuestión.
En lo que respecta a las tipologías elaboradas sobre la actividad turística, los criterios elegidos de manera más recurrente han sido: el entorno espacial de realización, el comportamiento entre residentes y visitantes, y las motivaciones de estos últimos.

En consecuencia han aparecido modelos espaciales de clasificación (Barbaza, 1970, Peck y Lepie, 1977, Préau, 1970, Pearce, 1986) (A. Santana 1997: 32-34), que llaman la atención sobre los distintos entornos ambientales donde desarrollar la actividad, de entre los cuales destaca la costa o el mar y la sierra o la montaña. En base a los comportamientos se originan los modelos de interacción (A. Santana 1997: 35-39.

Desde esa perspectiva A. Cohen (1972: 167-168) diferencia el "turismo no institucionalizado" del "institucionalizado". Dentro del primero se incluye el turismo de mochila y el de exploración, en ambos se programa el propio viaje de manera independiente, buscan destinos no masificados e interactúan con la población local. En la segunda modalidad se incluye el turismo de masa, ya sea individual (que contrata el viaje y la estancia, teniendo cierto margen de libertad de acción) u organizada (que contrata el paquete completo, incluyendo actividades, ajustándose plenamente al plan preestablecido por la agencia).

Dentro de la misma perspectiva comportamental, Wahab (1975: 10) clasifica el turismo en cinco categorías o modalidades denominadas: "recreacional", "cultural", "de salud", "deportivo", y "de conferencias", caracterizándose cada una de ellas por el tipo de actividad preferencial que eligen los turistas en el destino. Todas estas formas de turismo pueden ser analizadas de acuerdo a variables tales como: sexo, edad, clase social, tipo de transporte empleado, destino geográfico, etc.

Smith (1977: 2-3) ofrece por su parte dos clasificaciones, la primera se divide en cinco categorías, de acuerdo al modo como el turista emplea su tiempo libre; en ella se incluye el "turismo recreacional", que busca el placer o el divertimento por distintos medios (sol, mar, sexo, etc.); el "cultural", que busca el conocimiento de las costumbres y tradiciones locales (tejidos, cerámicas, construcciones, etc.); el "histórico", caracterizado por revisar las glorias del pasado (presentes en los museos, catedrales, monumentos o ruinas); el "étnico", especialmente interesado en gentes consideradas exóticas; y el "medioambiental", interesado en el conocimiento e interacción con el entorno físico.

De manera complementaria, Smith (1977: 9) propone otra tipología, esta vez elaborada en función del número de turistas que acude a un destino, de sus expectativas y del grado de adaptación a las normas locales. De ese modo distingue las siguientes categorías: "exploradores" (desean descubrir e interactuar con la población local, aceptando sus normas); "elite" (viaja a lugares tenidos por exóticos y caros); "excéntricos" (tratan de alejarse de la multitud, buscando tener experiencias reveladoras y transformadoras); "inusuales" (organizados por agencias en pequeños grupos acuden a lugares poco frecuentes); "masa incipiente" (contrata viajes individuales o en pequeños grupos buscando autenticidad sin perder comodidad); "masa" (accede a lugares donde se concentra la clase media); y "chárter" (supone un turismo masivo a gran escala en lugares muy cotizados y en donde se bajan los costes).

Por otro lado, en base a razones causales o motivacionales que inducen a la práctica turística, se han elaborado los llamados modelos cognitivo-normativos (A. Santana 1997: 39-41). En ese sentido, Plog (1977) apunta tres modos distintos de acudir a un mismo lugar, que puede ser también entendido como tres secuencias dentro de un mismo proceso. Primero llegarían los visitantes que conducen a un "turismo existencial", estos son independientes, buscadores de emociones nuevas, y poco exigentes con el confort. Una vez que el lugar se da a conocer, llegarían otros produciendo un "turismo experimental", que desarrollaría mejores servicios. Y finalmente, cuando el lugar de destino cobra fama se prepara adecuadamente para recibir a gran número de visitantes más exigentes, que esperan encontrar lo que todos han ido buscando desde el principio, pero esta vez, sin perder el confort de sus lugares de origen, el "turismo experiencial" sería el resultado.

Cohen (1979), de acuerdo a lo que la experiencia turística significa para el propio turista, distingue al tipo "hedonístico", que busca el placer, la diversión, la recreación de distintos modos, rompiendo o escapando con la rutina laboral; y al tipo "peregrinación", propio de viajeros que buscan respuestas a sus inquietudes a través de las formas experienciales, experimentales o existenciales.

Conjugando el criterio comportamental con el motivacional Yiannakis y Gibson (1992) propusieron una clasificación mixta basada en los roles de los turistas. Dicha tipología se compone de 14 categorías, muchas de las cuales coinciden con las ya mencionadas por los anteriores autores, son las siguientes: amantes del sol; buscadores de acción; antropólogos; arqueólogos; turismo de masa organizado; buscador de emociones; exploradores; jet; buscadores; turismo de masa independiente; turismo de clase alta; turismo de mochila; turismo de evasión; y amantes del deporte.

Una modalidad concreta de turismo a la que no se ha hecho mención, y que tiene un gran auge en los últimos tiempos es el que se implanta en el medio rural. El turismo rural se identifica también como "turismo verde" (interesado especialmente en el paisaje), "agroturismo" (asociado a la prestación de alojamiento y/o restauración de granjas, así como en participar en actividades agropecuarias), "turismo de aventura" ( que utiliza el entorno para producir sensaciones nuevas, con riesgo controlado), "ecoturismo" (preocupado por la conservación del espacio que se usa recreativamente), "etnoturismo" (asociado al turismo cultural, centra la atención en los modos de vida de gentes pertenecientes a otros pueblos que suelen mantener un estrecho contacto con la naturaleza). 

En cualquier caso, todas estas formas de turismo que se inscriben en el contexto rural se caracterizan (o al menos es el propósito) por ser actividades sostenibles, integradas en el entorno, de bajo impacto (ambiental y social), con un segmento de demanda característico, motivado por la vida en contacto con la naturaleza, y con unos objetivos prioritarios de conservación.

Como se puede observar muchas son las fórmulas ideadas para hacer turismo, las características del destino, las expectativas de los turistas, la interacción producida con los residentes hacen que este tipo de prácticas cobren un sentido diferencial; lo cual implica que su definición se vuelva un asunto complejo.

Popularmente el turismo es concebido desde muchos puntos de vista, en las conciencias de las personas el turismo se identifica bien con los turistas, con los servicios o infraestructuras creadas para ellos, con las actividades que se ofrecen, etc. De un modo más preciso Cohen (1984: 374-376) (A. Santana 1997: 49-50), recoge una variedad de aproximaciones conceptuales que ayudan a construir una definición global sobre la práctica turística. Así, el turismo se concibe como: 
·        Hospitalidad comercializada (Cohen 1972: 545-546), modo de ofrecer servicios pagados.
·        Agente democratizador (Turner y Ash 1976), posible para todos y en consecuencia transformador de la dinámica social.
·        Moderna actividad de ocio (Dumazedier 1967: 123-138), útil para el descanso, la diversión y el desarrollo de la persona.
·        Moderna variedad de peregrinaje tradicional (MacCannell (1976: 589) y Graburn (1977), revelador y transformador para las personas.
·        Expresión cultural (De Kadt 1979: 12), impulsora de valores que se globalizan.
·        Proceso aculturativo (Núñez 1963: 347-378), inductor de cambios en la cultura local o anfitriona.
·        Tipo de relaciones étnicas (Pi-Sunyer 1977), nueva forma de encuentro e interacción entre pueblos y personas culturalmente distintas.
·        Forma de colonialismo (Nash 1977), creador de dependencias entre áreas geográficas y sectores sociales.
En realidad, todas estas apreciaciones delimitan una dimensión de la actividad turística, pero no son suficientes cada una de ellas por sí sola para definirla en su totalidad.

Considerando el turismo en su conjunto, es aceptable la definición de Mathieson y Wall (1986:1) (A. Santana 1997: 52) que dice así: "el turismo es el movimiento de gente a destinos fuera de su lugar habitual de trabajo y residencia, las actividades realizadas durante su estancia en estos destinos y los servicios creados para atender sus necesidades". Su estudio implica, pues, a los propios turistas que se desplazan, a los servicios utilizados y actividades que realizan, así como a los impactos que a distintos niveles se producen sobre los anfitriones y los entornos que habitan. 

 
FUENTE: análisis estructurado desde http://www.ugr.es/

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